Si hubiera que decir qué creaciones de Guillermo Hidalgo llegaron a ser de culto, muy probablemente la respuesta sería los personajes a los que dio vida como editor de The Clinic. Gracias a su ingenio, Hidalgo podía transformarse en Chupete Aldunate, un terrateniente que se lamentaba de la pérdida de los valores; Lenin Peña, un revolucionario en la clandestinidad; o Titán do Nascimento, un consultor sentimental que empapelaba a garabatos a quienes acudían a él. Pero Hidalgo fue más que un escritor satírico. Como periodista de medios como La Tercera, Qué Pasa y Fibra, redactó un sinfín de crónicas y entrevistas con una mirada y estilo que siempre buscaron huir de los lugares comunes apelando a las verdades simples. Cuando en julio de 2009 Guillermo Hidalgo murió, víctima de un infarto cardiaco y una existencia galopante, tenía 46 años. Sus amigos, sus alumnos de Periodismo en la UDP y todos quienes conocieron su talento, se lamentaron no solo por una partida prematura, sino también de que su obra quedara irremediablemente desterrada a los archivos.Este libro, que reúne algunas de sus mejores crónicas, entrevistas y columnas de sus más de 20 años de ejercicio, busca cubrir en parte ese vacío.
De la especie de los Lira Massi, de los Mario Rivas, de los Courrier en Francia, Hidalgo era la prueba de que existe una musa especial para el periodismo, un talento determinado y propio que se alimenta de lo efímero, que quiere esa forma de eternidad, la del papel que envuelve pescado. Un tipo de escritor que no es un novelista o poeta frustrado, sino un escritor que es adicto a ese olvido que es el de la ciudad desde la que escribe.
En el caso de Camilo Sesto, se le dedica el apartado titulado “Me han matado tantas veces”, donde recopila una entrevista del 6 de marzo de 2003 para la Revista Fibra.