Camilo Sesto, al evocar su historia, comienza viéndose como un muñequito rubio que quería ser Joselito, y que pronto pasa a convertirse en el alma de su barrio y el garbanzo negro de su profesor de matemáticas. Una continua inquietud Ie impulsa a diversas experiencias: solista en el coro, portero de su equipo de fútbol y esforzado pintor. En su época de soldado, cantaba a voz en grito los himnos patrióticos entre sus compañeros de batallón. Después, se encerraba durante días a solas con un grabador para ir tarareando, una a una, las notas que cada instrumento había de dar en la nueva canción. El popular cantante nos describe los contrasten de su vida: ha ocupado una veintena de domicilios en Madrid, de la calle Humilladero a López de Hoyos, de la Corredera Baja a la Costa Fleming. El compositor de canciones con las que se identifican millones de personas, bailó como go-go boy y actuó en chiringuitos infames…, y también en los hoteles más lujosos de México y en las mejores salas de Los Ángeles y de Tokio.